Cuando oí de Las Chicas del Cable, joder, me emocioné, como siempre que oigo hablar de historias de mujeres en épocas pasadas. Es en cierto modo interesante ver representados otros tiempos que para las de nuestro sexo desde luego no fueron mejores que los actuales y recordar que todo esto que tenemos y de lo que casi nadie ya duda que tenemos derecho, no nos estaba permitido hasta no hace mucho.
Las Chicas del Cable me ilusionó. Es de cultura general que Netflix produce ficción de calidad y Bambú Producciones, responsable de Velvet, es conocida por prestar mucha atención al vestuario y, en general, al aspecto visual. Los años 20 con esa música, vestidos y pelo, me parecía una estupenda ambientación. Sin embargo, nos encontramos con Blanca Suárez y su cara de alpargata.
Habrá gente que le habrá gustado y es respetable, pero a mí se me cortocircuitaba el cerebro cada vez que ponían el gramófono y sonaba música del 2016. Y que queréis que os diga, cuando te publicitan una serie por «ser feminista», esperas que como mínimo, no todas las protagonistas tengan un interés romántico desde el minuto uno. En vez de lo que podría haber sido una gran serie que explorara el papel de la mujer en aquellos tiempos, te encuentras con el típico triangulo amoroso entre los guapísimos Blanca Suárez, Yon González y Martín Rivas y una sensación constante de que estás viendo un Velvet ambientado cuarenta años atrás. Los paralelismos son para mear y no echar gota.
Y es que, en mi opinión, Las Chicas del Cable apuntaba a mucho y, aunque uno pueda pensar que nos está contando algo distinto, las mismas claves de las que hizo uso Velvet, siguen ahí.
Sin embargo, aunque me parece una serie totalmente olvidable y no muy recomendable, se pueden sacar cosas bastante positivas.
A diferencia de Velvet, de los años 20 no solo tiene la ropa
Las Chicas del Cable ha decidido no mearse en la historia y eso, viendo el exitazo que tiene Velvet a pesar de que el rigor histórico es inexistente, es encomiable y de agradecer. Se nota que aquí han escogido el contexto histórico por algo más que por el glamuroso vestuario y han mostrado con relativa fidelidad lo que suponía ser mujer en esos tiempos, en vez de, como en la serie de Antena 3, acordarse de que viven en el franquismo muy de vez en cuando y solo cuando la trama así lo precisa.
Esas tramas secundarias
Sin entrar en spoilers, la trama principal es soporífera. En cambio, las tramas secundarias son las que han hecho que no dejara la serie después del primer capítulo. Especialmente una, que parece una gran oportunidad para tratar un tema escasamente explorado.
Algunos han quedado retratados
Con el estreno de la serie, se hicieron todo tipo de actos promocionales, así como entrevistas a los personajes principales. En medio de todo ese ajetreo, a Yon González se le fue un poco en esta entrevista:
-«Pero sí que es verdad que el machismo y todo esto se cuenta siempre a favor de la mujer. Y pienso que luego en la realidad también está el machismo pero al revés, a nivel psicológico, que he visto en muchas situaciones y dices: ‘¿Qué es lo que está bien?’. ¿Me explico? Quiero decir que siempre es en defensa de la mujer y no al revés, que puede haber un maltrato psicológico por parte de la mujer hacia el hombre, y creo que eso tampoco se cuenta. Y sí que en un futuro me gustaría ver. Que siempre el machismo se defiende hacia… y no es por ser machista, ¿me explico? Situaciones que puedan ser inversas… Me gusta que se hable de machismo, pero me gustaría que en un momento dado se dé la vuelta a la tortilla y se reflejase muchas veces de dónde surge… porque es lo típico, el hombre que pega a la mujer y hay luego otra parte en la que… cómo se llega a que una persona que no es maltratadora llegue a cruzar esa línea… ¿Qué función tiene la mujer ahí? Es una cosa de dos. Ella porque permite y él, porque decide cruzar la línea. Con lo cual los dos han cruzado la línea y están… Lo he explicado fatal”.
Ni que lo digas, Yon. Te has explicado como el ojete.
El feminismo está de moda
y de entre todas, ésta es una de la mejores y desde luego no oirás cosas como «yo defendía la igualdad de derechos entre hombres y mujeres antes de que todos lo hicieran». Que a personas de renombre como Yon González o, más recientemente, Paula Echevarría, hablen y se les pregunte sobre este tema, aunque sea para decir «ni machismos ni feminismos» favorece el interés del público general y el debate, que siempre es positivo, pues nos incita a informarnos, aprender y mejorar como sociedad.