El otro día, comentando con un amigo el machismo a un patente en las relaciones interpersonales entre hombres y mujeres, hice referencia a la típica escena de serie/película estadounidense:
Ella, bella/hermosa/despampanante, se sienta en la barra de un bar y sola, bebe lentamente de su copa. Él, se sienta a su lado.
– ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? – esto o cualquier otro icebreaker dice él – ¿Puedo invitarte a una copa?
Existe una regla no escrita, una convención social tan rotunda que parece casi un contrato redactado por abogados y firmado ante notario y es que, si ella acepta una copa, tiene que acostarse con él. Podemos intentar desmentir está ineludible verdad pero el caso es que las versiones del final de esta típica escena son bastante escasas: o bien ella, después de una conversación regada con bebidas alcohólicas acaba yéndose a la cama con él o bien elude esta situación porque «se hace la dura» o «lo ha engañado», dándole a esto una percepción positiva o negativa, según lo que pretenda el guionista.
De acuerdos no verbales también iba un episodio de una serie (creo que era New Girl) en que, en tono humorístico, se planteaba un dilema: ¿está bien pedirle a un amigo que te monte un mueble sin irte a la cama con él posteriormente? ¿eres un pringado por montarle un mueble a una amiga sin ser recompensado con sexo?
En cuanto a lo de invitar a chicas a bebidas para ligar, me pregunto si es un práctica común en nuestro país. No soy usuaria habitual de locales de ocio nocturno pero me cuesta imaginar a una chica sola bebiendo en la barra de una discoteca en la que ponen El Taxi a todo trapo y, mucho menos, a ningún joven medio español invitando a bebidas. Con estos niveles de paro y con el hecho de que no nos podremos independizar antes de los treinta, no creo que a muchos les sobre calderilla en los bolsillos para invitar a un cubata de catorce euros a una chica aleatoria con la esperanza, que no seguridad, de mantener relaciones. Mi amigo me dijo que su táctica era compartir una bebida, que tenía su gracia beber los dos a la vez de las pajitas, pero para mi es sólo una imagen más, símbolo de la precaria situación económica que sufre el país.